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domingo, 27 de septiembre de 2009

PLEGARIA DE ORO






PLEGARIA DE ORO




   Posiblemente  la creencia en la reencarnación comenzó, al desear  aplicar  al ser humano el curso que se observa en la naturaleza: El sol y la luna aparecen y desaparecen. Así mismo las estaciones del año, el follaje de los árboles, las flores y tantas otras cosas en la naturaleza tienen un ciclo. Así se piensa que el ser humano muere  pero regresa otra vez en otro cuerpo. 
               Reencarnar significa “volver a encarnar”. Desde muy antiguo en general se creyó que la reencarnación es el proceso según el  cual el alma, después de la muerte, se separa del cuerpo y toma otro cuerpo para continuar otra vida mortal. Según esta creencia, las almas pasan por ciclos de muertes y nuevas encarnaciones. Así se afirma que un ser  humano, podría volver a vivir en la tierra naciendo como una nueva persona. Además está la  creencia reencarnacionista llamada “metempsicosis”, que  enseña que los grandes pecadores se pueden llegar a  reencarnarse en  una planta o en un animal.  Para mí, la reencarnación es también fruto del deseo humano de darle explicación a las diferencias de inteligencia, salud, talentos, fortuna, etc. que existe entre seres humanos. Según la doctrina de la reencarnación estas diferencias serían culpa o mérito por el comportamiento en vidas anteriores. Por lo tanto se le culpa a los pobres, los enfermos y los desdichados por su condición desdichada y no se hace nada por ellos porque están pagando su culpa. Esto no es aceptado por el Cristianismo. Es más, es considerado una herejía..
          El hombre no debe inventarse "respuestas" para la muerte, por el contrario, el cristiano, debe considerar lo que dicen los Dogmas de la  Santa Madre Iglesia. Aunque cambia o  muda de parecer cada doscientos años más o menos...
          En los pobres lo que no puede entender, afirmaba  "San Antonio el Grande, el célebre abad egipcio, que  meditaba en el desierto”: ¿Por qué algunos mueren tras una vida corta mientras que otros llegan a una envidiable vejez?. ¿Por qué algunos son pobres y otros ricos? ¿Por qué los injustos se enriquecen y los justos pasan necesidad?    Fue cuando oyó una voz que le respondía: "Antonio, Antonio, ocúpate de ti mismo, pues eso pertenece al juicio de Dios y a ti nada te aprovecha saberlo” De este hecho no hay testigos.
          La reencarnación está vinculada al concepto del "Karma” según el cual cada uno paga por su mala o buena conducta en sus inmediatas reencarnaciones. El alma de quien tenga un buen karma "emigrará" encarnándose en un ser superior, quién tenga un mal karma encarnará como un ser inferior, por ejemplo en  una mosca, cerdo  o una cucaracha.  En las sucesivas reencarnaciones el alma, dicen,  podría evolucionar hacia la perfección hasta convertirse en espíritu puro que no necesita más reencarnaciones. Entonces se sumerge para siempre en la eternidad. Es una idea muy interesante, convengan  que los que proponen  la reencarnación creen que el alma es eterna pero no la persona. El alma habita en un cuerpo y cuando éste se gasta se consigue otro. El alma no es individual sino que forma parte de "Dios" o "Brama". El objetivo en los ciclos de reencarnaciones es pagar culpas de vidas anteriores y purificar el alma del mal hasta llegar a la "iluminación", lo cual le hace posible quedar absorta en el "todo" el "alma Universal". Conocerse como parte de ese "todo" es señal de sabiduría.
          Esta  creencia en la reencarnación comienza en la India en el siglo VII a. C. Eso significa que no es tan antigua como la fe de los judíos o de los sumerios, egipcios, persas y chinos. Ninguno de estos creía en la reencarnación y por eso edificaron magníficas tumbas.
El Budismo apareció en la India, en el siglo V a. C. y adoptó la creencia en la reencarnación. Mas tarde pasó a Grecia y Roma. Algunas religiones también adoptaron esta explicación humana a los problemas que no podían entender. Tuvo adeptos entre algunos filósofos griegos. En nuestros tiempos se encuentra entre las enseñanzas de las sociedades teosóficas, los gurús indios, los psíquicos y el movimiento de “new  age”, con los cuales se han importado muchas creencias orientales.
    Sirva este preludio para entrar en tema. Lo que me pasó ha ocurrido hace mucho tiempo, y no me asusta que no crean en ello. Felicito a quienes crean en las ficciones como resonancias de las almas.
Mi nombre es Amalia Cristina, hija de Augusto III de Sajonia. Abandoné la corte para desposarme con Don Juan Carlos de Borbón, rey de las dos Sicilias. Me destaqué por mi alegría y mi permanente curiosidad y desde que tengo memoria, y es muy amplio el mundo de mis recuerdos, me interesó el Arte en todas sus manifestaciones.
        Tengo por costumbre mirar todo: objetos y muebles, en los jardines y las amplias estancias de los palacios napolitanos. He descubierto estatuas y esculturas, algunas halladas, casualmente antes de la erupción del Vesubio, y otras encontradas en las excavaciones posteriores.
         Me fascina la belleza de esos torsos, tan exultantes como perfectos. Solicité  a mi esposo que me trajeran más de esas esculturas. Y él accedió y además me permitió ir a la zona donde el volcán había irrumpido con su lava mortal. Había perdido a mi niño y con su bondad satisfacía todos mis caprichos.
        Fue una odisea. Muchas dificultades, pero no me quejé nunca. Los obreros perforaban galerías, hallaron grutas hasta que los picos chocaron como con una campana. ¡Eran tres bellísimos fragmentos de  caballos de bronce, de un tamaño mayor que el natural!.Ante este descubrimiento todo se hizo con cuidado, pocas veces estaba presente durante el trabajo más arduo y peligroso. Me llamaron para apreciar tres esculturas de mármol: romanos con vestimenta y toga, además de columnas pintadas. Se me permitió bajar a una gruta y descubrí una escalera. Era de un teatro. Y donde existe tal signo de cultura, es porque hay una ciudad. El escenario estaba repleto de estatuas. Sólo aquí se podían acumular tantas esculturas porque la corriente de lava al avanzar, había derrumbado la pared trasera del anfiteatro, cayendo sobre el escenario donde quedaron de piedra por toda la eternidad.
        De pronto vi una inscripción: HERCULANO. Los obreros despejaron los veinte metros de lava y  de piedrecillas, los lapilli, que caen conjuntamente con la lava.
        La vida y los tiempos se asemejan en cada momento, lo difícil fue dar el primer paso, porque se pierde la perspectiva, suponiendo desde nuestra ignorancia que el camino más largo es el más corto. Lo que sucedió después,  se parece a ese juego de los niños, “frío o caliente” para hallar un objeto determinado. Cuando algún compañero de juego no es sincero, en lugar de decir “caliente “ cuando estamos cerca del  objeto escondido, dice frío. Sin embargo, cuando vi al niño dorado  aferrado a una  cadena que se perdía en la pared, supe que era un esclavo y  al preguntarme mis acompañantes si había algo, dije.-“ No, no hay nada.” -Y traté de arrancar la cadena de la estatua del pequeño que reconocí como a mi hijo perdido con todas mis fuerzas. Y la cadena cedió. Hubo un ruido muy fuerte. Una viga me partió el cráneo y caí abrazada  al  pequeño, este mi niño dorado...
Me encontraron muerta aferrada al cuerpito de piedra que estaba reclinado en mi pecho. -
AMALIA LATEANO
         

1 comentario:

Anónimo dijo...

El tema de la reencarnación siempre me ha preocupado.¿Existe algo después de la muerte?Qué temazo, me encanta cómo lo cuentas...
Te mando mis felicitaciones
VERONICA