Nació como fuego en la colina,
se alzó con columnas que desafiaban al cielo.
Sus calles resonaban con pasos de legiones,
sus plazas eran mares de voces y poder.
Pero el mármol se agrietó,
los dioses callaron en sus templos,
y el oro se volvió polvo en las manos de los hombres.
Llegaron los bárbaros como viento del norte,
no sólo con espadas,
sino con la certeza de que todo reino es mortal.
Roma no cayó en un instante:
se deshizo como estatua bajo la lluvia,
como palabra olvidada en la boca del tiempo.
Y en su ruina quedó la enseñanza:
ningún imperio es eterno,
pues hasta la más grande ciudad
puede ser vencida por su propio silencio.-
Amalia Lateano
@ Registtrado
