Los recuerdos no eran piadosos. Lo hacían vivir un instante de felicidad que se desvanecía rápidamente.
Valoraba el esfuerzo de su familia por no hablar del presente, sino solo del futuro.
Sus frases estaban llenas de palabras esperanzadoras: “cuando te levantes”, “cuando termines el tratamiento”,
“cuando salgas del sanatorio”.
Abrazó a su hermana e inspiró profundamente el aroma de las mandarinas.
Se quedó un rato más en el invierno del año anterior. En el Estado marroquí es difícil que haga frío, incluso en invierno.
Por eso, cuando las bajas temperaturas visitan Marruecos, hay que aprovecharlas.
Se quedó tendido en su pasto imaginario, sacando una a una las mandarinas de la bolsa y dejando que el aroma
llenara el aire y el jugo se escurriera hasta la muñeca.
Se esforzó por quedarse en el tibio sol de la siesta con sus brazos pegajosos.
Extrañaba su casa en el Tánger, el seco paisaje e incluso el viento norte que, de tan molesto, hacía salir todas las víboras.
También extrañaba sus sueños de niño.
Como serpentinas venían imágenes no deseadas. ¡Por qué recordaba ese caballo del cuadro.!
Sabía que los caballos desde siempre eran muy preciados, pero éste tenía formas sensuales y voluptuosas.
De repente, se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Se despertó en su cama en Entre Ríos, rodeado de su familia.
Había estado en coma durante meses después de un accidente y su familia había estado con él, todo el tiempo.
Las mandarinas y el pasto imaginario habían sido solo una forma de escapar de la realidad.
Pero miró las paredes blancas bien despierto y no encontró a Marrocán su caballo árabe!!
- Dónde está? - Grito con fuerzas!
Se levantó de un salto para enfrentar a un mundo real , sin fantasías...
Se dijo para sí: Fue un sueño...
Pero buscaría a ese recuerdo en el futuro con esperanza y determinación.
Abrazó a su familia y sonrió, agradecido por tenerlos a su lado.
@ Amalia Lateano
Valoraba el esfuerzo de su familia por no hablar del presente, sino solo del futuro.
Sus frases estaban llenas de palabras esperanzadoras: “cuando te levantes”, “cuando termines el tratamiento”,
“cuando salgas del sanatorio”.
Abrazó a su hermana e inspiró profundamente el aroma de las mandarinas.
Se quedó un rato más en el invierno del año anterior. En el Estado marroquí es difícil que haga frío, incluso en invierno.
Por eso, cuando las bajas temperaturas visitan Marruecos, hay que aprovecharlas.
Se quedó tendido en su pasto imaginario, sacando una a una las mandarinas de la bolsa y dejando que el aroma
llenara el aire y el jugo se escurriera hasta la muñeca.
Se esforzó por quedarse en el tibio sol de la siesta con sus brazos pegajosos.
Extrañaba su casa en el Tánger, el seco paisaje e incluso el viento norte que, de tan molesto, hacía salir todas las víboras.
También extrañaba sus sueños de niño.
Como serpentinas venían imágenes no deseadas. ¡Por qué recordaba ese caballo del cuadro.!
Sabía que los caballos desde siempre eran muy preciados, pero éste tenía formas sensuales y voluptuosas.
De repente, se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Se despertó en su cama en Entre Ríos, rodeado de su familia.
Había estado en coma durante meses después de un accidente y su familia había estado con él, todo el tiempo.
Las mandarinas y el pasto imaginario habían sido solo una forma de escapar de la realidad.
Pero miró las paredes blancas bien despierto y no encontró a Marrocán su caballo árabe!!
- Dónde está? - Grito con fuerzas!
Se levantó de un salto para enfrentar a un mundo real , sin fantasías...
Se dijo para sí: Fue un sueño...
Pero buscaría a ese recuerdo en el futuro con esperanza y determinación.
Abrazó a su familia y sonrió, agradecido por tenerlos a su lado.
@ Amalia Lateano
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