Reverdecer en los nietos

Surges por el goce de unos ojos en otros,
desde el antiguo arrumaco a la caricia
y así entre ellas
desde el dulce secreteo
al suspiro del ánimo de los ancestros.
Fuiste desde el momento
en que celestes miradas
se encontraron,
en un barco lejano
que venían miedosos
a ignotas tierras.

Pues eran ellos los que latían
ya en un tu sangre no nacida y,
con los amores de muchos
se hizo realidad tu presencia.

Ellos fueron.
Nosotros somos.
Tú eres. 

 

 Amalia Lateano