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domingo, 15 de noviembre de 2009

De a dos


De a dos
Por Amalia LATEANO

Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
- “Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.

No conoce que estoy acostada como siempre a su lado y no duermo, que mis ojos se estiran en un deslumbramiento que atraviesa la ventana y que la quimera desviste mi instinto, y la debilidad de mi cuerpo se va ganando poco a poco por la turbación del mañana y de las tinieblas que me rodean.

Ud. no se percata, que pronuncié para mí sola, una elegía íntima para encender un poco esa tenebrosa congoja, traspasada por ajenos ronquidos y cercanos bostezos.

No percibe que mis apetitos se han ido desmesuradamente lejos, y mis voracidades se ahogaron con el tiempo, que cada sombra sin duda será semejante a otra, para resignarme a la rutina, como una expiación.


Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
-“Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.

No repara que el vientre me cruje porque el espacio lo apesadumbró a destiempo, y ya sabe que nunca más volverá a punto cero.

No diferencia, acaso, que soñaba con amarlo y darle hijos, hacerme madre, de esos que la vida le dio, y que me dio...

No alcanza a entender que la mayor degradación del espíritu es el desarraigo de la sangre, que al ignorarla cada día, la indignó y llenó de agujeros.

No distingue que me madrugaba amaneceres para no aflojar, antes que el reloj me invitara a levantarme, arrastrando el cadáver de su esposa y de sus otras amantes. Antes que me cepillara los dientes, recogiera mi pelo, y saliera del cuarto lentamente sin un beso.


Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
-“Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.

No descubre, que la luna borroneada me acompañó durante más de treinta años, hasta la esquina, mientras contaba y buscaba en la cartera moneditas, que me dieran derecho a un traslado sin estrujones ni opresiones, ni ahogos llevando opacos los anteojos, sin el roce de otros viajeros y ser, para ellos, mejor dicho: No existir para nadie.

No debe reclamar, dientes adentro, por ese asiento negligentemente vacío, ya que nunca invité a sentarse a otro pasajero, justo dos paradas antes de descender... No le corresponde requerir, cuál fue el rito matinal de cruzar la ruta entre bocinazos y frenadas insultantes, transitando las veredas abandonadas, o inundadas y embarradas tras la lluvia, por una cuestión de dignidad. Al alcanzar el espacio, he suspirado, como segura de haber ganado un premio. Y después caminé con hidalguía, esbelta y sonriente, y crucé la galería del tiempo.

No le pertenece mi pasado, porque mi prodigioso amparo fue el trabajo, donde me sentí reina sin serlo y que a mi gusto me coloqué o quité la máscara, el antifaz o la careta, según las circunstancias.

Siempre cierro a las 23 hs. el teatro, y enfrento al espejo soplón, y me desmaquillo y peino, mientras acondiciono mi ropa, y me baño y perfumo para ser la mujer que se sienta en una silla imaginaria y se cruza de piernas...


Ahora espero un llamado y el llamado nunca llega.
-“Hola linda, cómo estás? ... Que tengas un buen día... Te espero en un café y charlamos?”
Pero el llamado no llega.

No debe importarle que esas referidas señales de un extraño inventen mi aventura y que me sienta bella, que los años no me pesen y que por un instante la vida se abra paso y se renueve.

Me acuesto a su lado cada noche, y él cree que todavía estoy dormida...

Pero yo sueño...

8 comentarios:

Narci M. Ventanas dijo...

Nadie debería pasar sus horas esperando una llamada qu en llega, todos y todas lo sabemos, y sin embargo, ¿quién no lo ha hecho alguna vez? ¿quiín no lo hace cada día?

Quizá fuera mejor vivir actuando en lugar de esperando, pero nos falta coraje, y nos refugiamos en los sueños.

Muy buena esta historia, tan cotidiana y tan ignorada, precisamente por lo dolorosa.

Besos.

Amalia Lateano dijo...

Muchas gracias por tu comentario. Nos enriquece cada vez que nos llega unas palabras...
En este oficio solitario nos necesitamos todos.
Un beso desde el alma
Amalia

Solecito dijo...

Hola!

Creo que todos nos sentimos como parte de esa historia alguna vez... Y creo que lo más difícil es darnos cuenta que no debemos sentirnos mal por cosas que están fuera de nuestro control.

Me gusto mucho tu blog! Te sigo!

Besotes!


Amalia Lateano dijo...

Cada cual con su letra. Me pregunto por qué escribe con K?...
...eso es modernoso...
Muchas gracias por tu comentario. Es muy valioso para mi crecimiento. Pero lo escrito , escrito queda. De este apunte del alma, lo escribí con tristeza,como en un DIARIO personal. Te mando un saludo
Amalia

El Drac dijo...

Me ha llenado de tristeza tu relato. La verdad siempre encuentro esos casos y hasta ahora no me explico por qué suceden.Es evidente el sentimiento fiel de amor de ella para con él; y la liviandad de éste lo cual la hace sentirse olvidada y la hace sufrir; me pregunto por qué ello sucede si existe ese amor incondicional y peor aún por qué nunca podemos salir de ese círculo de sufrimiento y olvido. ¿Será el masoquismo cruel de sentirnos padecer?¿será autoestima baja? O será perseguir el ideal que nos enseñó a querer cueste lo que cueste. Un beso.

Amalia Lateano dijo...

Gracias al Ser Supremo que somos diferentes. Creo en Thanatos y en Eros.
Un estudioso en el siglo 19 descubrió estos impulsos gemelos que hacen que el ser humano actúe y viva.
Los nombró siguiendo una tradición muy antigua de la Grecia clásica. Eros (por el dios del amor griego), es el impulso de amar, el deseo por el otro, y la necesidad de prolongar la existencia mediante la progenie.
Por su parte, Thanatos (la muerte) es ese impulso que nos lleva inevitablemente a la muerte y que hace que el dolor y el sufrimiento sean el martirio de todo ser humano.
Lo más interesante, es que Eros se encuentra íntimamente ligado a Thanatos, aunque estén en constante pugna en la psique del ser humano.
El amor o deseo, el nacimiento y la muerte son experiencias traumáticas en tanto provocan fuertes cambios internos en el sujeto y además, porque construyen al sujeto.
Es por eso que el momento del orgasmo es equiparable o comparable con la muerte o con el nacimiento. El placer y el dolor se unen para llegar al éxtasis.
Un beso y cordial saludo
Amalia

Rocío L´Amar Poeta de Chile dijo...

Amalia, me llevo este relato que es bellísimo a mi blog METER UN CUENTO

http://misspubis62.blogspot.com

besos chilenos, Ro

Amalia Lateano dijo...

Voy a visitarte en tu blog:
http://misspubis62.blogspot.com
Y lo colocaré entre mis favoritos. Un besito
Amalia