Cuando te conocí
tenías la mirada desafiante
y en una canción de cuna me envolviste.
Era cálido espacio desangrado
como las breves rosas insurgentes,
como la metralleta que dormía
en el claustro secreto de tu alma.
Tenías las auroras.
Y yo el futuro.
Guardabas un fusil en tus pupilas…
Paciente con ovejas tan perdidas.
Libre sin ataduras
libre del tiempo roto por esperas
libre de mascullar todos los nombres
libre que en el silencio
amanecieras.
Tantas caricias perdidas sin tus palabras
que por el sabor supe qué pasaba.
Eran unos días muy ácidos y agrios, casi insípidos
que fue difícil llorar cuando las lágrimas
en tiempos sin auroras me cubrieron.
Y dejé para el no olvido mis entrañas.
Y todos desesperan con sonrisas.
Tarde que desvanece el dolor
junto a la brisa...
Amalia Lateano
Argentina
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