Un aroma de frutas en
la mesa
y el mantel
con tu piel
siempre dando la mano
que regresa.
Cómo voy a pensarte,
mi promesa,
si por fiel
de tan cruel
tu partida es herida
que interesa.
Mi pequeño, sólo
puedo llorarte
y velarte
cada hora.
Es mayor el dolor,
provocadora
de fantasma. Se
adueña agitadora
por unida.-
Amalia Lateano
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