Al bajar la tarde llegan
los amantes
en Teruel nacidos, de
opuestas familias.
La novia con ojos muy finos
y errantes,
atraviesa el prado, llena
de vigilias.
El pobre muchacho no tiene
blasones.
No tiene riquezas . No
tiene dinero.
La joven ostenta muchas
condiciones
y su padre busca marido
extranjero.
Juraron
amarse debajo del puente...
Ardiente sus besos... Se
mimaron tanto
que la luna sabia, cubrió
de repente
las sombras, los cuerpos,
con sublime encanto.
A buscar fortuna partió el
joven novio...
El padre apurado la casó
con prisa.
Al volver don Diego recibió
el oprobio
y le pidió un beso con una
sonrisa.
Isabel casada, se negó
llorando.
El amante eterno murió sin
el gozo.
Ella la mortaja le sacó,
rezando.
Su boca en la boca murió su sollozo.
Amalia Lateano
@ Registrados
18/3/2019
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