Mansedumbre
del
hombre, fue sumisa y dilatada,
y dio un
grito.
Mansedumbre
de
hondura de tristeza en las ancianas,
y de
niños
que
buscan la paloma entre las armas.
Con mis
ojos
atrapo
los semblantes sin confianza ,
por el
hambre,
cerrazón
de ceniza en las mañanas.
Con mi voz,
en la senda mi rezo no se apaga
al Querube,
por la
Paz en la tierra sin más gamas.
Aferrémonos
a la vida
tranquila que se canta
con la
Fe,
si
ardiente, la ternura es una brasa .
Silenciosa,
es
semilla despierta de la feliz mañana
en los ruegos,
por vivir la alegría, de un futuro sin
trampas.
Amalia
Lateano
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